Las ecuaciones fundamentales de la dinámica de fluidos, conocidas como ecuaciones de Navier-Stokes, surgieron producto del francés constructor de puentes Claude-Louis Navier y del matemático irlandés George Stokes. En principio fueron obtenidas por el francés en una época en que no se comprendía muy bien cuál era la física de la situación que estaba matematizando. De hecho, lo único que hizo fue modificar unas ecuaciones ya existentes y obtenidas por el famoso matemático Euler, de modo que incluyesen las fuerzas existentes entre las moléculas del fluido. Aproximadamente 20 años después, Stokes justificó las ecuaciones del ingeniero francés deduciéndolas adecuadamente. Básicamente plantean el comportamiento de los fluidos viscosos dentro de un sistema de coordenadas y explican matemáticamente los efectos propios de su estado.

Las ecuaciones de Navier-Stokes no son más que una aproximación del medio continuo, que sirven de modelo a una parcela de la Realidad, por ende, como modelo matemático, renuncian a la categórica exactitud. Sin embargo, resultan ser tan efectivas, que se olvida con frecuencia de que se tratan de un modelo. Surgen al aplicar leyes de distintas áreas de la física (Segunda Ley de Newton, Primera y Segunda Ley de Termodinámica y el Principio de Conservación de la Masa) al movimiento de los fluidos, en especial viscosos. Hay una cantidad extensa de aplicaciones para estas ecuaciones, pero por lo general su uso es conocido en la meteorología, en la aeronáutica, en la hidráulica, y muy peculiarmente en la angiología con la matematización del correr de la sangre.

FUENTE: Universidad Pontifica de Salamanca

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